Por Samara
La Huelga de hambre del SMELas imágenes corresponden al 28o. día de la huelga de hambre, sábado 22 de mayo de 2010. A cuatro semanas exactas de iniciado este movimiento extremo de resistencia, los efectos en la salud de muchos huelguistas se dejan sentir, cada día de esta última semana ha sido noticia el abandono del campamento por uno o varios huelguistas en estado crítico de salud. El gobierno ni los ve ni los oye...o se hace. La sociedad se divide en torno al movimiento, y unos prestan su apoyo incondicional, poniéndose incluso en ayuno por unas horas, y otros son simplemente indiferentes, ajenos a todo lo que pasa aquí. Quizá piensan que así no les afectará el deterioro cada vez mayor de las condiciones laborales; la pérdida de más y más derechos en aras de mantener -los más- un trabajo cada vez peor remunerado, y -los menos- una tasa de rentabilidad cada vez más raquítica. Porque esa es la gran falacia que marcará nuestro destino si lo permitimos: el trabajo, fuente de toda riqueza material es ahora señalado como el culpable de la crisis de largo plazo que vivimos. Basta con comprobar las medidas de ajuste más comunes: restricción salarial; reducción de prestaciones; gravámenes a jubilaciones; suspensión de servicios de seguridad social, y un sinfín de etcéteras que se van incorporando a la realidad laboral actual.
Y por esta razón, acercarse a los compañeros del SME y comprender el motivo de su lucha es fundamental. Lo que está en juego no es un capricho, ni es un simple apego a un bienestar que muchos han pintado como principesco, cuando es simplemente lo que en justicia debe corresponder al trabajador: condiciones de vida dignas; acceso a la educación y a la cultura; derecho al trabajo; a la salud, y ¿por qué no? al ocio y a la recreación, en fin, a aquello que nos define como ciudadanos, como personas, como humanos. Y en esas cuestiones, el SME nos da cátedra como un sindicato añejamente combativo, que ha acompañado tanto el crecimiento del México moderno que tanto presumen los políticos, como las reivindicaciones obreras más esenciales, ubicándose en el lado opuesto del espectro del sindicalismo mexicano, en el que la figura del líder charro y corrupto es la constante.
¿Qué sensaciones se tienen al acercarse a estos hombres y mujeres valientes, que han decidido jugarse la última carta, la más valiosa y fundamental: su vida misma, por seguir fieles a sus convicciones? En principio, de mucha incertidumbre, pero también de mucha esperanza. Ver esa convicción por una causa, y saber que esa causa es justa no es algo que ocurra todos los días. Esta es una etapa muy difícil, que exige mucho sacrificio y convicción, y en la no exagero al decir que se juega la última mano para definir la relación entre el trabajo y el capital en este país. Y en la que los compañeros tienen un punto a su favor: el amor a su trabajo y a su origen; su sentido de pertenencia al SME y a la CLyF, sólo esto los mantiene de pie, y es esto, precisamente, lo que nunca entenderán los señoritos de la burocracia estatal, acostumbrados a venderse al mejor postor, abandonando proyectos, lugares y hasta a su familia. Suena cursi, pero en esta lucha también hay sentimientos compartidos, y hay un enorme sentido de la disciplina y de la organización. Hay muchas cosas vitales para el futuro de México en juego, muchos aprendizajes que asimilar, como organización sindical; como sociedad; como personas, pero sólo por esto, la lucha merece ser ganada. No es casualidad que una de las consignas de esta lucha sea la siguiente:
"LyF y el SME no se llevan en los labios para vivir de ellos, sino en el corazón para morir por ellos."Van, ahora sí, las imágenes.
Tres tomas del campamento de los huelguistas. Las medidas de seguridad son estrictas, debido a ataques e infiltrados. Yo, además tenía una gripe terrible que podía poner en riesgo la salud de los huelguistas, por eso no hice ni el intento de entrar. El campamento y la huelga de hambre han sido todo un crisol de producciones simbólicas. Aquí algunas tomas: un enorme globo con la consigna de solución a la huelga; una hermosa bandera de satín, con aplicaciones hechas a mano; mantas con bellos diseños y en un original gesto creativo, toallas con consignas alusivas a la lucha, que se ofrecen a la venta. El ambiente en los campamentos es de una animación constante. Se reciben visitas de organizaciones solidarias con el movimiento; de personas independientes que se acercan a conocer y a apoyar, y está también la "Carpa de la Esperanza" en la que operan los compañeros de la Casa del Movimiento de la Delegación Benito Juárez, entre otros compañeros. No debe ser fácil para los huelguistas vivir entre tanto bullicio y con las temperaturas actuales, pero siempre es agradecible la solidaridad ciudadana.Y junto con la protesta del SME, otras protestas han convertido al Zócalo en una verdadera vitrina de la incorformidad social. El paisaje es un mundo de carteles, consignas, personajes, todos emitiendo un mensaje claro y contundente que, en una actitud estúpida y suicida, el (des)gobierno panista insiste en ignorar. Termino esta reseña citando una manta elaborada por jubilados del SME:
"El SME necesita abrevar en su pasado y reconocerse como un gran sindicato de lucha, visionario, firme y combativo."Creo que nadie ha defraudado esta consigna.
Estas imágenes corresponden al sábado 30 de mayo, día 35 de la huelga de hambre. Y la crónica empieza con una panorámica del zócalo, que para entonces se ha convertido en el espacio en el que coexisten las manifestaciones más diversas de la inconformidad, del reclamo, de la angustia, pero también de la esperanza.
Ahora no sólo siguen los compañeros del SME y de San Juan Copala, sino que en la parte que colinda con la Catedral se ha instalado un extenso campamento de maestros, con sus demandas específicas.
De igual modo, en la parte que colinda hacia el edificio del GDF hay un tendido de mantas con consignas muy diversas, firmadas por el Comité 68 entre las que resaltan las alusiones a la ley de inmigración en Arizona:
Un poco más adelante hay una zona del zócalo habilitada como una enorme pizarra en donde los transeuntes pueden exponer con gis de colores sus consignas de apoyo al SME. Los gises se compran gracias a la cooperación voluntaria del público.
Llegando a la entrada del campamento del SME, se ven unos caballetes con imágenes y pensamientos de los huelguistas. Su presentación llamativa atrae a los transeuntes, y resulta una estrategia exitosa para acercar a la población a la lucha de estos hombres y mujeres aguerridos.
Enfrente del campamento del SME se encuentra la "Carpa de la Esperanza", un enclave ciudadano coordinado por la Casa del Movimiento de la Delegación Benito Juárez. Ahí se realizan diversas actividades, que van desde el apoyo a los huelguistas a través de ayunos y guardias, hasta la impartición de cursos de formación política; asesoría a deudores, y un bazar de apoyo económico al SME. También desde allí Radio AMLO hace sus transmisiones de radio y video.
A esas horas de la tarde, el calor que irradia la plancha del zócalo es intenso, pero el efecto invernadero que se hace con las carpas de plástico lo vuelven insoportable. Hasta los equipos de transmisión resienten el impacto térmico, y es necesario ventilarlos.
Ya entrada la tarde llega una ambulancia. Viene por uno de los huelguistas cuya salud está en riesgo. La gente se aglomera y aguarda tensa, alerta, en medio de un silencio casi absoluto. Los paramédicos abren la puerta de la ambulancia, sacan la camilla e ingresan en el campamento. Nadie se mueve, nadie habla; pasan minutos que parecen horas, y al final sale la camilla con un huelguista, un hombre joven, alto, dicen que es uno de los más entusiastas, La gente aplaude sin parar, hasta que la ambulancia parte, y entonces todo se derrumba; las mujeres sollozan, los hombres se abaten. Todos quedamos con un nudo en la garganta.
A las 7 de la noche inicia la marcha alrededor del zócalo. El coro de voces llena la plaza; el contingente rodea el zócalo y la marcha termina frente a la entrada del campamento, en donde todos, dentro o afuera, cantan el himno del SME. No todos se saben la letra, pero con la intención es suficiente.
El protocolo termina, La gente se dispersa, la noche no tardará en llegar. Quizás esas horas crepusculares sean las más pesadas, porque evidencian el final del día; el paso del tiempo, que en estas circunstancias se convierte en un arma de doble filo, por los límites que la naturaleza impone a un organismo alimentado al mínimo; por la proximidad del mundial de futbol; por la abulia y la indiferencia de las autoridades. Los electricistas tienen que saber jugar en el corto y en el largo plazo y mantener toda su concentración en la lucha.
Y hablando del paso del tiempo, termino esta reseña con dos imágenes alusivas a un personaje del presente y a uno del pasado. Uno ya fue juzgado por los años; el otro...está por verse.
Gracias a Glorfindel por su oportuna captura de las imágenes de la ambulancia. Gracias Jacobino, Xasni, Mineko, Cocolitio, Chaneque, por compartir estos momentos.