Por Samara.
Los confines de la resistencia.
Esta crónica corresponde al domingo 6 de junio, día 43 de la huelga de hambre de los compañeros del SME, y comienza con esta imagen, metáfora de un México prisionero, secuestrado por intereses que nada tienen que ver con nuestra seguridad ni nuestro bienestar, como se pregona tanto por ahí.
Mi visita al campamento del SME comenzó por esta vista de un festejo religioso en el atrio de la Catedral, los danzantes, resguardados por las rejas y los policías, bailaban animados, pese al sol que caía a plomo a esas horas de la tarde. Danzaban como lo establece el ritual, de cara a Dios, y de espaldas al mundo.
La imagen del zócalo ese día era radicalmente distinta a la de las veces anteriores. Las rejas aparecían por todos lados, y frente a la Catedral, en la calle cerrada se montaban unas gradas. Todo para brindar al respetable la oportunidad de vivir las heroicas gestas futboleras en megapantallas.
Las vistas del zócalo desde diversos ángulos no eran muy diferentes. Vallas metálicas en primer plano y allá, a lo lejos, las carpas de los campamentos del SME y de los maestros.
Del lado colindante con la Catedral
Del lado colindante con el edificio del GDF
Del lado colindante con Palacio Nacional
Del lado colindante con los portales y hoteles.
Cuando llegué al frente del campamento del SME estaba concluyendo un mítin. Sólo alcancé a ver que los manifestantes se dirigían a la Suprema Corte. Había menos gente en relación con los fines de semana anteriores y, también a diferencia de esos días, la presencia de policías en todas las áreas de los campamentos era notoria y ostensible.
Frente a Palacio Nacional
Frente al edificio del GDF
Las carpas de las diversas organizaciones que apoyan el movimiento de los electricistas fueron concentradas hacia enfrente del campamento del SME, y allí continuaban con sus actividades normales. Estaba por instalarse una carpa de jóvenes universitarios.
Una carpa para el trámite de amparos
La carpa de la esperanza, con el bazar de apoyo y a un lado, la carpa de los jubilados del SME.
En unos momentos apareció un grupo de jóvenes, muchos casi unos niños, coreando alabanzas a Dios, mezcladas con consignas que suelen exclamarse en movimientos políticos ("¡Ni un paso atrás"!", por ejemplo). Portaban carteles llamativos y los de mayor edad llevaban una pancarta en contra del aborto. Ingresaron por el lado de la Suprema Corte, y caminaron enfrente del campamento smeíta hacia la catedral, en una actitud francamente provocadora. Algunos despistados aplaudieron, confundidos por las consignas, pero nadie cayó en la provocación, afortunadamente, y el grupo se perdió entre la gente. Horas después, continuaban cerca de la catedral portando sus carteles sin captar mucha atención.
Unos minutos después, alguien anunciaba un concierto de Raul Martell para los huelguistas de hambre. Era tal el calor y el sol que poca gente se atrevió a acercarse a la valla que rodeaba el campamento, aun así Raúl cantó y su voz y los aplausos alcanzaron a romper el bochorno de esas horas.
Raul Martell en el campamento del SME
El público externo al campamento
Mientras Raúl cantaba, yo caminé por el lado colindante con el edificio del GDF. Con la nueva distribución es muy difícil adentrarse entre las carpas, por lo que los puestos de comida, las artesanías de San Juan Copala y su centro de acopio para la caravana que partió hace unos días se concentran afuera de esa zona.
El centro de acopio de San Jaun Copala
El puesto de tostadas de unas compañeras del SME
Un periódico mural con información del SME y de los maestros
Una zona originalmente restringida por las vallas, en la que se instalaron campamentos de maestros
Más y más vallas
Platicando un poco con algunos compañeros del SME percibí un aire de desánimo. Estaban molestos por la reubicación, porque ahora los campamentos son menos visibles y el amontonamiento restringe el paso y rompió el orden que se tenía originalmente. Esto, junto con el calor, le da al transeunte una sensación de hacinamiento. Sin embargo, el hecho de que la gente acuda a las pantallas gigantes ellos ven como una oportunidad de dar a conocer los motivos de su lucha, y de romper el cerco informativo. Esperemos que el gobierno del GDF se comporte a la altura y que lo mediático no desplace a lo verdaderamente importante. esta lucha no es para resarcir privilegios; es por los derechos de todos, como lo manifiesta una manta que parafrasea a la frase más conocida de Benito Juárez. Y sólo por eso, aquí NADIE se rinde.
Esta crónica concluye con una imagen captada en una franquicia de comida chatarra cerca del zócalo. es un buen indicador de las prioridades nacionales, en función de los empleos yla "educación de calidad" que este (des)gobierno nos brinda como los cimientos de un proyecto de vida que no va mas allá de chambitas eventuales y de consumir chatarra, comedias, deportes y candidatos que "se ven rete guapos".
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