PERRA JIJA, LA SUPREMA
Cuando se muera mi perro
extrañaré su nobleza
a pesar de su fiereza
y hasta en un panteón lo entierro
con su lapida de barro.
Cuando muera un magistrado
-lindo día por mi esperado-
cantaré yo de alegría
“Se murió una satrapía
que en la mierda sea enterrado”.
Mi perro nunca mordió
la mano que lo alimenta
y en la puerta fiel se sienta
esperando llegue yo,
mi mano siempre lambió.
La Suprema sin en cambio,
un parásito y soberbio,
muerde con harta rabia
a la gente con su labia
en sentencias de fin turbio.
Cuanto más voy conociendo
a la Corte de Injusticia,
atascada en su inmundicia,
más amor le voy teniendo
a mi perro “el vagabundo”.
Mi perro es hijo de perra
y sin duda es una fiera,
los jueces creo que también
son de perra hijos de cien
clientes de la ramera.
Cuando se muera mi perro
extrañaré su nobleza
a pesar de su fiereza
y hasta en un panteón lo entierro
con su lapida de barro.
Cuando muera un magistrado
-lindo día por mi esperado-
cantaré yo de alegría
“Se murió una satrapía
que en la mierda sea enterrado”.
Mi perro nunca mordió
la mano que lo alimenta
y en la puerta fiel se sienta
esperando llegue yo,
mi mano siempre lambió.
La Suprema sin en cambio,
un parásito y soberbio,
muerde con harta rabia
a la gente con su labia
en sentencias de fin turbio.
Cuanto más voy conociendo
a la Corte de Injusticia,
atascada en su inmundicia,
más amor le voy teniendo
a mi perro “el vagabundo”.
Mi perro es hijo de perra
y sin duda es una fiera,
los jueces creo que también
son de perra hijos de cien
clientes de la ramera.
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